Si ya has leído los artículos sobre habituación y sensibilización, ¡enhorabuena! Acabas de subir de nivel.
Dejamos a un lado el aprendizaje no asociativo para empezar a entender cómo se relacionan dos estímulos o eventos entre sí para generar aprendizaje.
Ivan Pávlov fue el padre del condicionamiento clásico, y quizá ya te suenen sus experimentos, en los que el perro asociaba la llegada de la comida con el sonido de una campana. Aunque en realidad ni fue un solo perro, ni era una campana, ni el objetivo inicial era estudiar el comportamiento. Pero esto ya lo veremos a modo de chascarrillo en otro post. 🤭
Cuando hablamos de condicionamiento, aunque el uso de los tecnicismos hace que parezca algo muy complicado, en realidad el concepto es sencillo de entender. En mi opinión, lo más importante en el condicionamiento clásico es entender que las respuestas comportamentales que se dan son fundamentalmente involuntarias, fisiológicas y/o ajenas a la acción del animal.
Para explicarlo, voy a prescindir de utilizar el típico ejemplo del perro, la campana y la comida, para usar alguna situación con la que puedas empatizar más. Veamos cómo es el proceso:
Imagina una comida que te encante, por ejemplo, las hamburguesas (si no es tu caso, puedes cambiar el ejemplo por chocolate, o patatas fritas, o brócoli… ¡para gustos sabores!). Sería esperable que, en presencia de una hamburguesa, tu cuerpo anticipe que va a comer algo rico y se prepare para la digestión, segregando saliva en la boca (ya sabes, aquello de “se me hace la boca agua”). Como ves, esta respuesta no es voluntaria ni controlable de forma consciente.
En este caso, la hamburguesa técnicamente sería un estímulo incondicionado y el reflejo de salivación, la respuesta incondicionada (ya que aún no la hemos vinculado a nada).
Ahora imagina un estímulo que no signifique nada para ti. Por ejemplo; chasquear los dedos. A priori, es algo que no tiene un significado relevante para nuestro organismo, pues no produce ninguna respuesta ni expectativa en él, así que lo llamaremos estímulo neutro.
La idea del condicionamiento clásico es asociar ambos estímulos, el incondicionado y el neutro, para producir la respuesta incondicionada. Es decir, si yo chasqueo los dedos y te enseño una hamburguesa, volverás a salivar.
De esta manera, si realizamos las repeticiones suficientes, llega un punto en el que, aunque retiremos el estímulo incondicionado, y ante la presencia del chasquido (que ahora pasa a llamarse estímulo condicionado) seguirá produciéndose la respuesta de salivación, que ahora sí, será una respuesta condicionada. Dicho de otra manera, llegará un momento en que yo chasquearé los dedos y tú salivarás, ya hemos asociado el sonido con la presencia de una hamburguesa, y ante la expectativa de recibir tu comida favorita, ¡la boca se te hace agua!
Como ves, hay multitud de estímulos que pueden asociarse entre sí para producir diferentes respuestas, y estas situaciones se producen de manera natural muchas veces sin que seamos conscientes de ello. ¿Se te ocurre alguna de estas situaciones en la vida cotidiana? ¿Podrías poner un ejemplo en el que se utilice habitualmente el condicionamiento clásico con humanos?
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